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Читем онлайн Maestros de la música - Nadia Koval

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Lamentablemente, en los años siguientes Músorgski se resistía cada vez menos a su obsesión por la bebida. Por sus frecuentes ausencias había perdido su trabajo en el servicio civil. Componía poco. A principios de 1881 sufrió cuatro ataques en rápida sucesión. A pesar de que sus amigos le habían encontrado una habitación cómoda en un buen hospital, la situación era desesperante. Ilya Repin pintó el famoso retrato que reflejó los últimos días del compositor. Una semana después de cumplir los 42 años, Mússorgski había muerto. Fue enterrado en el cementerio del Monasterio de Aleksandr Nevski en San Petersburgo.

«No sé cómo fue mi desempeño en el arte, pero siento que he hecho algo justo e irrevocable». El ciclo vocal de Canciones y danzas de la muerte, la suite Cuadros de una exposición, la pieza orquestal Una noche en el Monte Pelado, las óperas Boris Godunov y Jovánshchina son brillantes ejemplos del talento de Modest Músorgski.

Revista QUID N° 52, junio 2014

CARL NIELSEN. el alma de la música danesa

Carl Nielsen (1865—1931)

La música danesa estuvo en sus comienzos muy vinculada con la tradición musical alemana. Recién a comienzos del siglo XX, los compositores Hartmann, Lumbye y Gade dieron muestras de una producción propia diferente. No obstante, sólo Carl Nielsen logró alcanzar la fama y la valoración internacional de la música de su país.

Carl Nielsen nació el 9 de junio de 1865 en Norre Lyndelse, un pueblo cercano a Odense (ciudad natal de Hans Christian Andersen), en la isla Fionia. Fue el séptimo de 12 hijos de una familia pobre. Su padre era pintor de casas y un violinista aficionado que tocaba en los bailes de su vecindario, y su madre se ocupaba de las tareas domésticas y del cuidado de sus numerosos niños. A los 3 años, Carl generaba distintos sonidos de percusión con pilas de leña y a los ocho aprendió a tocar el violín. Tras un lapso en el que se desempeñó como aprendiz de zapatero, fue aceptado en la orquesta militar de Odense y así pudo, a los catorce años, dedicarse a la vida musical. Aprendió a tocar la trompeta mientras continuaba sus estudios de violín. A los dieciocho años se mudó a Copenhague, donde se inscribió en el Conservatorio para estudiar composición. Se graduó en 1886 y los años siguientes se ganó la vida componiendo ocasionalmente y tocando temporalmente en varias orquestas. En el año 1900, Nielsen recibió un subsidio del gobierno, que le permitió dedicarse a la composición. Obtuvo un puesto como profesor de la Academia de Música de Copenhague, cargo que desempeñó hasta su muerte. En 1916 fue nombrado profesor del Conservatorio de la capital danesa. Entre 1915 y 1921 fue director de la orquesta de la sociedad Musikforeninger, con la que dio a conocer gran parte de sus obras.

Entre las composiciones de Nielsen se destacan seis sinfonías que reflejan una gran preocupación por el contrapunto, el cromatismo, combinados con armonías no cromáticas en los puntos culminantes, y la tonalidad progresiva (utilizada también en cierta medida por Gustav Mahler), es decir que la música comenzaba en una tonalidad y evolucionaba hasta finalizar en otra diferente, algo que en el siglo anterior había sido considerado como contrario a las características del género sinfónico. Además de las sinfonías, otras piezas populares de Nielsen son las compuestas para el drama del poeta Adam Oehlenschläger Aladdin, las óperas Saúl og David y Maskarade, los conciertos para flauta y clarinete, así como también su Quinteto de viento. Además, es autor de numerosas canciones populares danesas. Asimismo, escribió dos grandes libros de canciones destinados a la escuela y a la familia.

Se casó con Anne Marie Brodersen, y su matrimonio duró hasta la muerte del compositor. Su esposa se dedicaba a la escultura, tenía una mente liberal y se desentendía del hogar y de los hijos; Nielsen tenía que criarlos y además atender sus obligaciones como músico. Sus problemas familiares y profesionales, así como la Primera Guerra Mundial, lo afectaron mucho y marcaron el carácter serio y algo sombrío de su Cuarta y Quinta sinfonía, consideradas por algunos críticos como las mejores. Anne Marie creó una serie de esculturas en memoria de su marido. Una de ellas es un joven tocando la flauta de Pan. En Odense, desde 1980 se celebra una competencia internacional musical en nombre de Carl Nielsen.

En este año del 150° aniversario del compositor, presentamos algunos hechos interesantes sobre Carl Nielsen que les permitirán completar su retrato personal y artístico:

1. Dicen que Nielsen fue un violinista regular: durante varios años de trabajo tocó en segundos violines de la orquesta del Teatro Real. En 1905, un año antes del estreno de su ópera Maskarade, cuando ya dirigía la orquesta regularmente, fue humillado al ser informado por la dirección del Teatro que para la próxima temporada tenía que volver a los segundos violines o renunciar.

2. Las opiniones de Nielsen sobre otros compositores podían ser muy maliciosas: Richard Strauss, por ejemplo, para él era «una persona muy antipática; un escalador social que trataba de mostrar su grandeza». Tampoco tenía miedo de ser provocativo: «Beethoven, a pesar de su gran poder compositivo, en realidad era sólo un letrista». «Weber será olvidado después de 100 años», escribía. «Hay algo gelatinoso en muchas de sus obras que el tiempo no va a soportar».

3. Siempre encontraba un modo para poder acomodarse a cualquier situación. Por ejemplo, en su visita a Londres para dirigir la Orquesta Sinfónica local en la interpretación de su Concierto para violín y la Cuarta Sinfonía, les dijo a los músicos en broma: «Señores, me alegro de verlos. Espero también estar contento de oírlos». En la misma visita, fue a tomar el té con la Reina Alejandra de Dinamarca en donde dejó desabrochado el primer botón de sus pantalones durante todo el evento para hacer espacio para los ricos pasteles.

4. Le gustaban mucho los bares. De hecho, tuvo la inspiración para su Segunda Sinfonía «Los Cuatro Temperamentos» mientras estaba sentado en uno. Él mismo explicaba: «En la pared de la taberna donde estaba bebiendo un vaso de cerveza con mi esposa y unos amigos, había una foto en color muy cómica, dividida en cuatro secciones en las que estaban representados los diferentes temperamentos: colérico, sanguíneo, melancólico y flemático. Mis amigos y yo estábamos divertidos por la ingenuidad de las imágenes, su expresión exagerada y la seriedad cómica. No obstante, algún tiempo después, empecé a trabajar en el primer movimiento de mi nueva sinfonía».

5. Era un hombre de gran energía y del «yo lo puedo lograr». Tenía unos 60 años y ya sufría de enfermedades del corazón cuando participó en los ensayos para una nueva producción de Maskarade en Copenhague. Cuando hubo problemas con las cuerdas sujetadoras en el escenario durante el ensayo, se ofreció a solucionar los inconvenientes con sus propias manos. Al día siguiente tuvo una serie de ataques al corazón, pero siguió viniendo a ver todas las presentaciones. A los pocos meses, en octubre de 1931, murió de un paro cardíaco.

Revista QUID N° 61, diciembre 2015

SERGEI PROKOFIEV. «El aire extranjero no conviene para mi inspiración»

Sergei Prokofiev (1891—1953)

No existe ningún compositor moderno que no haya pasado por una experiencia de dodecafonismo. Sin embargo, entre los oyentes existía y existe una fuerte resistencia hacia el lenguaje atonal. Había algo diferente, algo más atractivo y perdurable en la música de Prokofiev, a pesar de que componía en el mismo período que los compositores de la Segunda Escuela de Viena. Por algo sucede, que hasta el día de hoy, la música de Romeo y Julietta, sus conciertos para piano y violín, la Marcha de El Amor por Tres naranjas y otras composiciones del compositor, no desaparecen de los conciertos. Su música, que algunos de sus contemporáneos consideraban como un ejemplo de caos y destrucción, ahora se percibe como un modelo de originalidad y belleza emocional. La soleada naturaleza de Prokofiev era una poderosa fuente de atracción. Sus obras son unas de las más populares en la práctica musical actual.

La vida de Sergei Sergéievich Prokofiev podría ser dividida cronológicamente en tres partes. Y no solamente en los períodos que estamos acostumbrados a observar en cualquier biografía: la infancia, la juventud y la vejez de una persona. Más allá de esto, el caso particular de Prokofiev obtiene un fraccionamiento estrictamente ligado a los importantes acontecimientos históricos, políticos y sociales. Hay pocos ejemplos en los que un hombre con sólo 61 años experimenta la vivencia de tres épocas históricas distintas. Los primeros 26 años Prokofiev los vivió en la Rusia zarista, los siguientes 19 años en los Estados Unidos y Francia, y los últimos 17 años en la Unión Soviética. Ya con sólo imaginar toda la complejidad del panorama de las condiciones y los cambios sociales nace un gran interés por la personalidad y las cualidades artísticas de Prokofiev. En su Autobiografía Prokofiev escribe: «Nací en 1891. Borodín murió hace cuatro años, Liszt hace cinco, Wagner ocho y Músorgski diez. A Tchaikovski le quedaban todavía dos años y medio de vida. Había completado la Quinta sinfonía, pero todavía no empezaba la Sexta. Rimski-Korsakov recién había terminado su Scheherezade y estaba preparándose para revisar la ópera Boris Godunov de Músorgski. Debussy tenía veintinueve años, Glazunov veintiseis, Skriabin diecinueve, Rachmaninov dieciocho, Ravel dieciséis, Stravinski nueve y Hindemith no había nacido aún. Alejandro III gobernaba en Rusia; Lenin tenía veintiún años y Stalin once. Yo nací el miércoles 11 de abril (calendario gregoriano), a las cinco de la tarde».

El pueblo natal de Sergei Prokofiev se llamaba Sontsovka. Actualmente es el pueblo Krásnoye, situado en el distrito de Donetsk. El talento musical de Prokofiev se reveló a muy temprana edad, probablemente a los cuatro años. La madre pasaba varias horas estudiando piano. Comenzaba los estudios con los ejercicios de Carl Czerny. Sergei se acomodaba arriba de una silla. La madre practicaba sobre el registro mediano del teclado y dejaba a su hijo las dos últimas octavas, donde él realizaba sus experimentos infantiles. Para el ingreso al Conservatorio de San Petersburgo, Sergei Prokofiev, de 13 años, había traído dos grandes folios que contenían cuatro óperas, dos sonatas, una sinfonía y varias piezas para piano. El 5 de mayo de 1914, Prokofiev interpretó brillantemente su Primer Concierto para Piano en el examen final; esta vez egresaba del Conservatorio como pianista. Como recompensa por la eficaz finalización del Conservatorio, María Grigórievna le propuso a su hijo un viaje al extranjero. Sergei había elegido Londres, donde la Compañía de Ballet de Diaghilev se encontraba triunfando y parecía que el joven empresario ruso Sergei Diaghilev tenía la llave del éxito musical en Europa. El joven compositor había escrito tres ballets para Diaghilev.

Hasta el día de hoy se discute la cuestión: ¿por qué Prokofiev decidió volver a su tierra natal después de haber estado dieciocho años en el extranjero? La mayoría de los biógrafos del compositor describen este retorno como el resultado de la competencia con Stravinski. También por la repentina muerte de Diaghilev, o por la fría recepción de sus obras. Del mismo modo, existe la opinión de que Prokofiev fue «engañado» por sus colegas-músicos, que le habían comentado muchas cosas interesantes de la vida cultural en la Unión Soviética, pero que no le dijeron nada sobre la alarmante situación política. Pero qué puede ser más claro sobre el asunto sino las propias palabras de Prokofiev expresadas al crítico Serge Moreux: «El aire extranjero no conviene para mi inspiración, porque soy ruso. Tengo que permanecer en mí mismo, en un clima psicológico especial que no es sólo mi carrera».

Prokofiev y Shostakovich, dos gigantes de la música del siglo XX, nunca se entendían entre sí. Donde Shostakovish era reservado, Prokofiev era franco. Sin embargo, después de los acontecimientos de 1948 sus relaciones se convirtieron en mucho más cercanas. En octubre de 1952, tras el estreno de la Séptima Sinfonía de Prokofiev, Shostakovich le envió una emocionante carta de felicitaciones: «Le deseo al menos otros cien años de vida y de creación. Escuchar obras como su Séptima Sinfonia hace que vivir resulte mucho más fácil y dichoso».

Por una terrible ironía, Sergei Prokofiev murió el mismo día en que la muerte de Stalin fue anunciada. Su muerte casi no fue notada por los medios de comunicación de ese momento. En 1957, el Gobierno soviético le había otorgado póstumamente el Premio Lenin. Lamentablemente, es poco creíble que alguien de las autoridades hubiese podido sentir una terrible culpa por esclavizar el creativo genio del artista.

Revista QUID Nº 16, abril 2008

GIACCOMO PUCCINI. El grande

Giaccomo Puccini (1858—1924)

La popularidad de un compositor se confirma de un modo muy sencillo: es suficiente con saber que la multitud canta sus melodías. Las canturrean o las cargan en sus celulares, a veces sin conocer el nombre del autor: el Menuet de Boccherini, la Pequeña Serenata nocturna de Mozart, la Obertura 1812 de Tchaikovski, O Fortuna de Orff, Va, pensiero de Verdi o Nessun dorma de Puccini. Los dos últimos temas son tan queridos por el público que las personas, conmovidas por el deseo de escucharlos en sus casas, compran las óperas enteras, sin preocuparse demasiado por los altos precios de las grabaciones. La famosa aria Nessun dorma con toda razón se puede considerar la obra más difundida. La interpretan todos: los cantantes líricos (L. Pavarotti, P. Domingo, J. Carreras) y los populares (A. Bocelli, S. Brightman, A. Franklin, K..Jenkins, P. Potts). Al interpretarla, los solistas de ópera reafirman su capacidad y maestría vocal y los cantantes populares, en varios casos, conquistan el derecho de permanecer en el escenario. La ópera Turandot, a la cual pertenece Nessun dorma, fue iniciada por Puccini en el verano del 1920 y quedó incompleta en el invierno del 1924 por la prematura muerte del compositor. Es una ópera que gozó de una gran aceptación desde su peculiar estreno en 1926, dos años después de la muerte del compositor en Bruselas. Está basada en la homónima obra de Carlo Gozzi y el libreto fue escrito por Giuseppe Adami y Renato Simoni. El último dueto y el final de la ópera fueron completados por Franco Alfano a partir de los esbozos dejados por el maestro.

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